La comarca de los Valles Pasiegos engloba al conjunto territorial de las cuencas fluviales de los ríos Pas, Pisueña y Miera. Son tres valles de similar condición en lo que atañe a la caracterización cultural y social de la comunidad campesina que los ocupa, la misma que ha ido modelando su paisaje agrario a lo largo de los últimos cinco siglos, en el transcurso de los cuales se ha gestado uno de los paisajes antrópicos más peculiares de todo el conjunto de la cordillera cantábrica.
Sin embargo, en ese marco de homogeneidad sociocultural, cada valle cuenta con su particular idiosincrasia, con rasgos de identidad que lo diferencian de su vecino y lo hacen único en el contexto pasiego.
El modelado físico del territorio o cuestiones ligadas al desarrollo económico más reciente están en la base de esas particularidades de rango más local. El pasiego no es simplemente el habitante de los Valles Pasiegos. Ese gentilicio define en origen una cuestión geográfica (el río del "paso" era la denominación original del Pas, porque en su cabecera la ruta de Lelsa o Aguasal permitía sortear la difícil orografía de la cordillera cuando la nieve dejaba libre los puertos, durante el verano, y comunicaba este sector bravío de Cantabria con las merindades de Castilla). Ahora el término "pasiego" se refiere a un modo de vida, vinculado necesariamente a los quehaceres ganaderos, a la difícil relación entre el hombre y el medio en que asienta su actividad, y a la capacidad de adaptación de aquél para obtener el máximo rendimiento de los recursos, escasos, que la naturaleza ha puesto a su alcance.
La comarca, poblada ya desde el Paleolítico, presenta un fuerte carácter rural, heredado del régimen de organización del espacio impuesto ya por los primeros pobladores medievales, cuya historia es preciso poner en relación, en primera instancia, con una donación realizada en el año 1011 por el conde Don Sancho de Castilla a favor del monasterio burgalés de Oña. Tal privilegio otorgaba el derecho de uso de sesteaderos y pastizales a los ganados del clero, más tarde de la nobleza y de los Monteros de la Guardia Real de Espinosa, en una amplia franja del sector centro oriental de Cantabria entre la cordillera y la marina, donde quedaba incluida la comarca. Fue el factor de arranque del modelo de ocupación pasiego, pues los pastores enviados por Oña pronto optaron por abandonar el nomadismo y establecerse en este territorio, con el único soporte legal de la permisividad de unos vecinos con otros, ocupando las laderas, edificando cabañas-refugio y cerrando para uso individual los antiguos pastizales de uso colectivo.
En el siglo XVII se levantan las primeras iglesias y ermitas en los montes de Pas en torno a las cuales se fueron asentando las comunidades iniciales. Las iglesias de Nuestra Señora de la Vega, San Roque de Riomiera y San Pedro del Romeral aparecen en 1632. Cincuenta años más tarde se independizan y obtienen el estatuto de Villas de Realengo, las llamadas Tres Villas Pasiegas: San Pedro del Romeral, San Roque de Riomiera y Vega de Pas.