El recorrido valle arriba que iniciamos en Pámanes permite contemplar a partir de San Roque de Riomiera, una de las tres villas pasiegas, una clásica morfología glaciar, como resultado de la acción modeladora del hielo, que ha ocupado estas tierras durante buena parte del cuaternario. Son claramente perceptibles los circos, las morrenas, y la forma en artesa del valle. Seguramente el valor más singular de este aparato glaciar reside en que alcanza las cotas más bajas de toda la Europa meridional, depositando los materiales de arrastre apenas por encima de los quinientos metros de altitud.
Señalar finalmente que aunque este es un espacio especialmente antropizado, aparecen buenos ejemplos de formaciones de frondosas, particularmente hayedos, bien adaptados a las duras condiciones del suelo y el clima del valle. En la vertiente oriental de los Picones de Sopeña, por encima de los setecientos metros de altitud, y sobre un imponente lapiaz, se localiza uno de los hayedos de mayor extensión de toda la comarca, el de Haza Mina. Las dificultades de acceso que introduce el sustrato calcáreo en que se asienta, han favorecido su desarrollo en competencia con los usos ganaderos a que se consagra, de modo intensivo en estas tierras, todo el espacio disponible.
La rica biodiversidad faunística se ha visto ahora incrementada con el regreso de un antiguo vecino de los riscos más altos del valle: el rebeco. Desaparecido en la comarca durante más de siglo y medio, un reciente programa de reintroducción ha logrado que el rebeco vuelva a criar en el alto Miera y en todo el conjunto de la montaña oriental de Cantabria, considerado Lugar de Importancia Comunitaria.